El complejo desafío unitario de la derecha
Cuando se espera el lanzamiento oficial del naciente bloque opositor, distintos síntomas dan cuenta de que no está clara su capacidad para actuar con el espíritu de coalición que permita ampliar el espectro de los partidos que la integran.
- T+
- T-
Entusiastas, aunque no sin obstáculos en el camino, los principales dirigentes de la oposición están abocados a consolidar una coalición política que junto con reunir a los partidos, pueda interpretar e incluir a todos quienes se identifican con el ideario de la centro-derecha.
Con ese fin han dado algunos pasos, como la estructuración de un comité ejecutivo que conforman los presidentes más los secretarios generales de la UDI, RN, Evópoli y el PRI, el que además de las reuniones semanales en que toman acuerdos o abordan de manera conjunta la realidad política, trabajan en armar el bloque.
Pero a pesar de la dinámica que han adquirido, e incluso luego de que adoptaran institucionalmente la decisión de bautizar al referente como Chile Vamos, sigue pendiente su lanzamiento oficial, programado inicialmente para el 19 de octubre, que fue postergado para el lunes próximo, pero que otra vez debió posponerse porque quedaban algunos asuntos que afinar.
Por lo que indican desde su interior, su retraso obedecería principalmente a problemas formales, como que no está completamente lista la orgánica que constará de distintas instancias, en la que se espera que participen representantes tanto de los partidos como independientes.
No obstante, aun cuando todo indica que dentro de poco se realizará el dilatado lanzamiento, personeros que están abocados a esta tarea no desconocen que ha sido difícil, asumiendo que el desafío que se han impuesto puede enfrentar problemas para cumplir con el propósito unitario.
Uno de los síntomas que da cuenta de que existen diferencias que quizás sean complejas de superar es la polémica que se ha armado en torno a si se debe incluir o no en el documento fundacional el rechazo al aborto.
Es que más allá de este tema concreto, dicho debate muestra que no necesariamente existe una mirada única acerca de lo que se pretende con la creación del bloque, ni que sean capaces de poner por encima aquello que los une, no lo que los separa.
La idea de sus impulsores
La necesidad de unirse, tanto con el fin de hacer frente al actual gobierno con una postura común como para transformarse en una real alternativa a la Nueva Mayoría, es una idea especialmente estimulada por las directivas de los cuatro partidos que integran el naciente bloque.
En esa línea, entre sus principales impulsores, está el presidente de la UDI, Hernán Larraín, quien como en su gestión anterior al mando de su partido se ha jugado por institucionalizar la unidad, tarea a la que se han sumado su par de RN, Cristián Monckeberg; el líder de Evópoli, Felipe Kast, más la presidenta del PRI, Alejandra Bravo.
Un papel importante ha cumplido también el piñerismo, desde donde no sólo miran sino que alientan con entusiasmo la conformación del referente, al compartir la idea de que es urgente la necesidad de formar una coalición suprapartidaria como una manera de ampliar el espectro de los partidos.
La expectativa de aquellos que se han jugado para que se concrete, es que es la forma para que el sector se potencie como oposición, porque le da más identidad, permitiendo además que se interesen quienes no están en los partidos, como algunos ex colaboradores del gobierno anterior que no tienen intención de adscribirse a éstos, pero sí disposición a incorporarse a un conglomerado que los interprete.
Tampoco algunos de quienes lo propician desestiman que puede ser una oportunidad para superar el problema que tienen con el desprestigio de la marca, que especialmente en el caso de la UDI se ha afectado por el problema de las platas políticas.
Este ánimo unitario no significa, sin embargo, que el propósito sea la conformación de un partido único, como lo ha propuesto el senador RN, Andrés Allamand, al punto que explícitamente dicha posibilidad fue desechada en la última reunión, lo que tampoco es compartido en el piñerismo, como lo aclaró el ex ministro Andrés Chadwick.
En términos generales, lo que consideran sus impulsores es que se debe formar una coalición porque eso les da más fuerza, no sólo para encarar los próximos desafíos electorales, sino que también para que sus ideas permeen en la ciudadanía como propuesta real de solución a los problemas del país frente a las que propicia la centro-izquierda.
Resistencias internas
Pero pese al entusiasmo de quienes se han jugado por este referente, no todos al interior de los partidos, especialmente en la UDI y en RN, comparten el mismo ánimo, lo que podría terminar conspirando en contra de su éxito.
En el partido que lidera el senador Larraín, si bien muchos dirigentes están en sintonía con la idea de la necesidad de consolidar el bloque, algunos -especialmente aquellos que están en la línea de impulsar una posible candidatura del diputado José Antonio Kast- parecen más renuentes, al afirmar que si bien están por la unidad, estiman que lo más importante es que no se pierda la identidad propia, la que piensan que podría ponerse en riesgo con la coalición. En palabras de algunos de ellos, la unidad se potencia con buenos proyectos diferentes, más que con uno común que los obligue a renunciar a su propio perfil.
Por el lado de RN, en tanto, la formación de Chile Vamos, también ha encontrado cierta resistencia. Porque aun cuando es acogida por su presidente Cristián Monckeberg, e impulsada con fuerza por senadores como Allamand o Alberto Espina, otros tienen sus aprensiones, las que apuntan, entre otras cosas, a que un pacto político en que aparezcan mimetizados con la UDI los puede perjudicar. Prueba de ello es que uno de los problemas concretos que existe en el bloque es que RN aún no decide ir en una lista única de concejales con su antiguo aliado como habían acordado, en parte porque no quieren asumir los costos de la imagen con que está dicha colectividad.
Entre aquellos a los que no atrae la idea de la coalición están quienes respaldan la opción presidencial del senador Manuel José Ossandón. El argumento que él mismo ha dado, al menos para oponerse a la idea de un partido único, es su distancia con la derecha más cercana a los intereses económicos, aunque su preocupación más concreta sería que un pacto político como el que se está armando no sea funcional a su candidatura, sino a la de Sebastián Piñera.
Expectativas y dudas
Con la falta de entusiasmo de algunos, a lo que se suman problemas como el debate acerca de si el bloque debe abrir o no su postura respecto al aborto, más las indefiniciones que persisten acerca de cómo enfrentar las elecciones municipales, da al menos la impresión de que el esfuerzo de quienes intentan consolidar el bloque podrían ser estériles.
Pero es una percepción que aquellos que lo impulsan retrucan, afirmando que lo importante es el compromiso que han asumido los presidentes de los partidos, luego de entender que las circunstancias exigen como nunca una unidad que exceda a un pacto meramente electoral.
En ese contexto aluden a que, como nunca antes, existen condiciones que los favorecen, como que las encuestas indican que son más quienes se identifican con la oposición, pero como paralelamente rechazan a los partidos, la oportunidad está dada para formar una coalición que amplíe las posibilidades de atraer a quienes se sienten representados por sus ideas.
Teniendo en cuenta el actual escenario, sus impulsores se muestran confiados en que, con más o menos escollos en el camino, el bloque opositor tomará fuerza entre otras cosas por el aliciente de la posibilidad de ser gobierno.
Eso no significa que desconozcan que el desafío es grande, desde el momento que su principal déficit es que la derecha no ha tenido nunca cultura de coalición.
De allí que la duda que persiste es que si frente a temas que están en la agenda, como el constitucional u otros en que existen diferencias, serán capaces de poner el acento en aquello que los une más que en lo que difieren, lo que ha sido el déficit endémico de dicho sector.